La lectura es una experiencia radical que transformará su vida si no lo ha hecho ya. Esa experiencia vendrá siempre propiciada por un encuentro personal.
Será un amigo, un familiar, un amor, todos ellos, guardianes de puertas, quienes les tenderán la mano para mostrarles un libro, un libro que habrá a su vez transformado la vida de cada uno de ellos. Como nos dice Juan Domingo Arguelles en su libro, “Si quieres… lee”, la lectura, como el amor, no se impone. Se descubre. Se encuentra, se ofrece.
La verdadera lectura, aquella que nos produce esa experiencia gozosa y repetible, supone el ejercicio de nuestra libertad, no puede ser producto de una obligación. Porque los lectores no se fabrican en serie, no son productos de mercado, no son cosas manipulables, no son objetos cuantificables por políticos o estadísticas.
Son personas con un misterio en su corazón, que gracias a la lectura de un buen libro, ofrecido por una mano amiga, quizá descubran para su felicidad. Y es que si la lectura y los libros no nos ayudan a ser más felices y a transformar nuestras vidas, no sirven de nada, se quedan reducidos a simples… papeles pintados.
17 feb 2010
Lectura en el Metro
José A. Villota, dragón lector
"El libro y la lectura adquieren sentido cuando suscitan reflexiones, dudas, inquietudes, subversiones, gozo y desdicha, euforia o melancolía en quien lo lee. Porque al leer, nos leemos y adquirimos más conciencia de lo que somos; al leer, pensamos y sentimos lo que ya hacemos, de todos modos, sin libros."
Juan Domingo Argüelles, en "Si quieres... lee".
15 feb 2010
Lecturas de aeropuerto
Cualquier momento es bueno para leer un buen libro. Aquí, esperando el vuelo en México D.F. para regresar a Madrid después de la FIL de Guadalajara. El libro, recuerdo, era muy bueno, tanto que no recuerdo el dolor de espalda.
Señales en el Metro
"Señales" es una colección de libros de ensayo, de autores españoles e hispanoamericanos, que recoge temas relacionados con cultura y sociedad. "Señales" es, en ese sentido, una colección muy urbanita, que recorerá la ciudad como el flanêur de Walter Benjamin:
"Importa poco no saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje. Los rótulos de las calles deben entonces hablar al que va errando como el crujir de las ramas secas, y las callejuelas de los barrios céntricos reflejarle las horas del día tan claramente como las hondonadas del monte. Este arte lo aprendí tarde, cumpliéndose así el sueño del que los laberintos sobre el papel secante de mis cuadernos fueron los primeros rastros."
(Infancia en Berlín hacia 1900)